BUENOS AIRES.- Por tratarse de un partido en el que estuvieron involucrados un Galíndez (Edgardo), un Monzón (Gastón, el arquero suplente de Huracán) y un Martínez (no "Maravilla", sino Gonzalo, el 10 del "globo"), y que además se jugó en un estadio cuya tribuna cabecera se llama "Ringo Bonavena", los primeros 86' de la pelea de fútbol hicieron suponer que Atlético era de esos boxeadores con la mandíbula débil. Un golpe y a la lona.
Pero cuando ya maduraba el nocaut, y la cadena nacional había interrumpido la televisación del partido, Atlético se puso de pie. Faltaban 5' y el empate tuvo toda la agonía posible: el penal de "Pulga" Rodríguez pegó en el travesaño y Matías Ballini apareció con la furia de un búfalo herido para interceder dos veces en el rebote y señalar el empate. Lo trascendente de ese 1 a 1 es que no sólo fue justo, porque Atlético no merecía perder, sino que sobre todo resultó redentorio. Al "decano" se le venía una semana muy difícil. A los siete goles que había recibido en los últimos dos partidos, Atlético le había sumado ayer una nueva trompada a los 18', cuando Eduardo Domínguez clavó la pelota en un ángulo al que no hubiesen llegado Cacace, Flores (el suplente) ni Lucchetti (vio el partido en un palco) juntos.
Pero el boxeo y el fútbol coinciden, además, en dos necesidades similares: no sólo hay que dejarse pegar (no recibir goles), sino que simultáneamente hay que pegar (convertirlos). Y Atlético no sólo se había derrumbado con la primera llegada seria de Huracán, sino que además mostraba, durante toda la noche, puños de manteca.
Dicho de otra manera: Atlético tuvo varias chances y no las convirtió. El colmo era el penal errado por "Pulguita". Fueron unos segundos en que parecía que Atlético tiraba la toalla, pero Ballini lo reivindicó y condenó a Huracán (sigue en descenso), cuyo nombre evoca a Jorge Newbery, casualmente el primer boxeador argentino. Atlético no ganó, pero la peleó y sumó un punto.